15/4/11

Adolf Loos - ¿Qué significa vestirse bien?


"La moda masculina" (1898)
(Fragmento)

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Estar bien vestido: ¿a quién no le gustaría estarlo? Nuestro siglo ha dado al traste con los códigos del vestido, y ahora todo el mundo tiene el derecho a vestirse como los reyes. Como grado de la cultura de un país se podría tomar, entonces, cuántos de sus habitantes hacen uso de este avance de la libertad. En Inglaterra y en los Estados Unidos, todos; en los países de los Balcanes sólo los diez mil más ricos. ¿Y en Austria? No me pidan que responda esta pregunta…

Un filósofo estadounidense dice en algún lugar: un hombre joven es rico cuando tiene seso y un buen traje en el armario. El tipo está bien informado. Conoce a su gente. ¿De qué vale toda la inteligencia si uno no la puede hacer brillar a través de un buen vestido? Y es que los ingleses y los estadounidenses exigen de cada persona que esté bien vestida.

Los alemanes van un paso más allá. También quieren estar bien vestidos. Si los ingleses llevan pantalones anchos, aquéllos les demuestran –no sé si haciendo uso del viejo Vischer o del número áureo– que se trata de una costumbre antiestética, y que sólo los pantalones estrechos pueden pretender ser bellos. Maldiciendo y renegando dejan anchar sus pantalones año tras año. La moda es una tirana, se quejan. ¿Pero entonces qué ha ocurrido? ¡¿Acaso una transmutación de los valores?! Los ingleses usan otra vez pantalones estrechos, y una vez más y a través de los mismos medios, la prueba tiende hacia el extremo contrario. ¿Quién puede entenderlo?

Los ingleses, claro está, se ríen de los alemanes sedientos de belleza. La Venus de Médici, el Panteón, un cuadro de Botticelli, un poema de Burns: ¡eso es bello! ¿Pero un pantalón? ¿O si la levita tiene tres o cuatro botones? ¿O si el chaleco es corto o largo? No sé… a mí me da escalofríos cada vez que oigo discutir sobre esos temas. Me pongo nervioso cuando me preguntan maliciosamente sobre una prenda de vestir: “¿Le parece bella?”.

Los alemanes de mundo hacen como los ingleses. Están satisfechos con estar bien vestidos. Renuncian a la “belleza”. El gran poeta, el gran pintor, el gran arquitecto, se visten como ellos. El poetastro, el pintorzuelo, el arquitectillo, por el contrario, hacen de su cuerpo un altar en el que la belleza se ofrece en sacrificio en la forma de cuellos de terciopelo, artísticos pantalones de paño y corbatas secesionistas.

Estar bien vestido: ¿qué significa eso? Significa vestirse correctamente.


¡Vestirse correctamente! Me parece como si con estas palabras hubiese develado el secreto que rodeaba a nuestra moda hasta ahora. Con palabras como “bello”, “chic”, “elegante”, “apuesto”, “majo” se ha querido entrar a la moda. Pero no se trata de nada de eso. Se trata de estar vestido de tal modo que uno llame la menor atención posible. Un frac rojo llama la atención en un salón de baile. Por lo tanto, el frac rojo no es moderno en el salón de baile. Un sombrero de copa llama la atención en medio de la nieve. Por lo tanto, en medio de la nieve un sombrero de copa está pasado de moda. Todo lo llamativo pasará por grosero.

Este axioma, sin embargo, no es ejecutable en todas partes. Con un traje que pasaría inadvertido en el Hyde Park puede uno llamar mucho la atención en Pekín, en Zanzíbar y en el Stephansplatz en Viena… Es, justamente, un vestido europeo. ¡Uno no puede esperar que quien se encuentra en la cima de la cultura se vista como chino en Pekín, como africano oriental en Zanzíbar y como vienés en el Stephansplatz! El axioma, pues, ha de ser delimitado. Vestirse correctamente significará entonces no llamar la atención en el centro de la cultura.

Actualmente, el centro de la cultura occidental es Londres. […] Con ello podemos entonces formular completamente nuestro teorema. Éste reza: Una prenda de vestir es moderna cuando uno, vestido con ella, en el centro de la cultura, en una ocasión particular, en medio de la mejor sociedad, llama la menor atención posible.


Esta perspectiva inglesa, que habrá de convenir a cualquier persona pensante, se topa, sin embargo, en la clase media y en los círculos sociales inferiores alemanes con una vigorosa oposición. Ningún otro pueblo tiene tantos bufones de la moda como Alemania. Un bufón de la moda es una persona a quien la ropa sólo le sirve para destacarse de su entorno. Emplea ora la ética, ora la higiene, ora la estética, para justificar esta conducta imbécil. Desde el Maestro Diefenbach hasta el profesor Jäger, desde el poetastro “moderno” hasta el hijo de familia vienés, cruza un hilo común que los conecta espiritualmente a todos. Y sin embargo no se soportan los unos a los otros. Ningún bufón de la moda admite ser uno. Un bufón se burla de otro, y bajo el pretexto de acabar con la bufonería, comete nuevas bufonadas. El bufón de la moda moderno, o el bufón de la moda en general, es sólo una de las especies de esta dicotómica familia.

Los alemanes sostienen que es gracias a estos bufones que existe la moda masculina. Pero este es un honor que no corresponde a estas criaturas inocuas. Pues de lo dicho antes se sigue claramente que el bufón de la moda ni siquiera se viste de forma moderna. Con esto no estaría servido. El bufón de la moda lleva justamente aquello que su entorno cree que es moderno. […]


* Por la traducción: Copyright / Derechos reservados de autor HDCA

* Imágenes (de arriba abajo): foto tomada de The Sartoralist (feb. 2008) / "Eton, 1947" y "Sunday School in Lancaster, 1941", en: dandyism.net / "Dandy"

1 comentario:

Lina Cuellar dijo...

Bueno, parece que el señor Loof no está tan desactualizado en ciertas cosas. Podría ser un buen texto para enviarlo a las facultades de artes de las universidades...